Historia

Nuestra Historia

Conoce nuestro origen

Imagen 158Venta Quemada, ¿es un pueblo? Sí. ¿Y un restaurante? Mucho más que un restaurante

“Recuerdo en una ocasión en la que, comentando con unos amigos las exquisiteces de la mesa de Juan Cañadas, me preguntaron en qué pueblo estaba Venta Quemada. Tras una risa les dije: ¡Ay, qué poco conocéis nuestra bella tierra! Venta Quemada es un pueblo… ¡y también un restaurante!”. O quizás sería más acertado decir que es un restaurante y también un pueblo, pues ojeando la historia de Venta Quemada, nos damos cuenta que, precisamente, la existencia de la venta fue la que dio origen al pueblo. La palabra venta, al menos en Granada, suena a restauración (rural) ¿y cuántos pueblos de esta tierra empiezan por esa nutritiva palabra? La verdad es que bastantes.

Como decimos, y repetimos, Venta Quemada es más, mucho más que un restaurante. Podemos comenzar a describirlo por su aspecto más espiritual, su entorno. Una invitación a relajarse, a mantener largas charlas y caminatas mientras se respira ese aire tan puro, cargado de bucólicos aromas. Donde nuestra presencia no es capaz de romper la quietud del paisaje y donde aún se escucha el silencio, solo interrumpido por la caricia del viento en los encinares o el piar de los pajarillos pidiendo alimento… Donde llueve sol… y la lluvia es la bendición de la tierra… ¡Es tan fácil sentirse poeta en Venta Quemada!

Pero Juan Cañadas nos ofrece otros placeres, más terrenales, en su negocio. Cuando llegamos a él nos encontramos en primer lugar con un aparcamiento vigilado con cámaras y una estación de servicio «donde repostar nunca fue tan sabroso».

Si queremos pasar la noche allí, en sus instalaciones también se encuentra un pequeño, pero muy castizo, motel, compuesto de cinco habitaciones (tipo casitas adosadas de una planta) con salón-dormitorio, TV y calefacción. Cuatro de ellas están decoradas con un estilo marcadamente andaluz («Sacromonte», «Aihambra», «Cazarla» y «Ronda»); la última, con un toque manchego («Toledo » ). El bar, abierto las 24 horas, cuenta con dos saloncitos muy acogedores y una tienda, en la que se puede comprar desde el pan casero a otros alimentos característicos de la Venta.

piedraSeguimos con el restaurante y sus grandes salones: uno rústico con aire medieval, decorado en piedra, en el que se sirve a la carta y se celebran pequeñas reuniones (familiares, de empresa…). Los otros dos salones están pensados para grandes celebraciones: uno de estilo moderno y otro, más convencional, que acoge al Museo Gastronómico.

Para terminar, porque en algún momento hay que hacerlo, Venta Quemada tiene otros dos atractivos más para el visitante: la piscina y un pequeño zoológico con aire rural. En este último se pueden contemplar actualmente varias especies: avestruces, faisanes, caballos, ponis, cabras, borregos y cerdos marrones.